Posted by Jorge L Garcia de la Fe
Esta breve exposición sobre los nexos histórico-culturales de hermandad entre Cuba y Puerto Rico no tiene la pretensión de ser una conferencia formal, sino un hilván de ideas y citas sin mayores formalismos.
En carta al dominicano Federico Henríquez y Carvajal, fechada en Montecristi el 25 de marzo de 1895, José Martí afirma:
"Las Antillas libres salvarán la independencia de nuestra América, y     el honor ya dudoso y lastimado de la América inglesa y acaso acelerarán y fijarán el equilibrio del mundo… De Santo Domingo ¿por qué le he de hablar? ¿Es eso casa distinta a Cuba? ¿Usted no es cubano y hay quien lo sea mejor que usted? ¿Y Gómez no es cubano? ¿Y yo que soy y quién me fija suelo…? Hagamos por sobre la mar, a sangre y cariño, lo que por el fondo de la mar hace la cordillera de fuego andino.”
El pensamiento martiano, como se observa también en el ensayo Nuestra América (Nueva york, 1891), rebasa la idea de la insularidad antillana para postular un latinoamericanismo, no sólo emancipante de España, sino que advierte sobre los peligros crecientes que representaban los Estados Unidos para las nacientes repúblicas de América Latina. Cito el párrafo final:
 
“¡Porque ya suena el himno unánime; la generación actual lleva a cuestas, por el camino abonado por los padres sublimes, la América trabajadora; del Bravo a Magallanes, sentado en el lomo del cóndor, regó el Gran Zemí, por las naciones románticas del continente y por las islas dolorosas del mar, la semilla de la América nueva!”
Cuba y Puerto Rico en particular fueron colonias españolas hasta 1898 en que, mediante el Tratado de París, pasaron del poder hegemónico hispano a la esfera de influencia geopolítica estadounidense. De manera que existe una indudable similitud entre Puerto Rico y Cuba tanto histórica como etnológicamente: la presencia de lo taíno, lo español y lo africano, además del paralelismo de circunstancias similares precoloniales, coloniales y contemporáneas.
 
San German. Puerto Rico. Ciudad de las GolondrinasLola Rodríguez de Tió fue una poetisa, periodista y revolucionaria de Puerto Rico. Es considerada una de las principales figuras de la literatura y de la vida política de Puerto Rico. Su mayor inspiración fue la libertad de su patria.​ Su nombre de soltera fue Dolores Rodríguez Ponce de León. Fue hija de Sebastián Rodríguez de Astudillo y Carmen Ponce de León. Nació el 14 de septiembre de 1843, en San Germán, Puerto Rico. Sus primeros estudios los realizó en San Germán y Mayagüez. En 1863, Dolores contrajo matrimonio, a los veintidós años, con el periodista Bonocio Tió Segarra, quien compartió sus inquietudes culturales y políticas. Con él tuvo dos hijas, Patria Tió (1865–1943) y Mercedes Tió (1870–1873), esta última fallecida prematuramente.
 
Rodríguez de Tió escribió en 1868, durante la insurrección del Grito de Lares y al calor del alzamiento de del patriota cubano Carlos Manuel de Céspedes en La Demajagua, la letra patriótica conocida como La Borinqueña. He aquí un fragmento:
Bellísima Borinquen,
a Cuba hay que seguir,
tú tienes bravos hijos
que quieren combatir.
Ya por más tiempo impávidos
no podemos estar,
ya no queremos, tímidos
dejarnos subyugar.
 
Nosotros queremos
ser libres ya,
y nuestro machete
afilado está...
y nuestro machete
afilado está.
 
Por su firme oposición al régimen español fue desterrada, junto con su esposo, por el gobernador Segundo Portilla, de su país natal a Caracas (Venezuela), donde apadrinó la boda de Eugenio María de Hostos con la adolescente cubana Belinda de Ayala. Su segundo destierro, en 1889, ordenado por Pedro Ruiz Dana, la condujo a La Habana (Cuba), país que en 1895 hubo de abandonar como consecuencia de la Guerra Hispanoamericana. Ese mismo año se trasladó a Nueva York, ciudad en la que fue partícipe de los movimientos independentistas cubano y puertorriqueño. Por ello obtuvo el nombramiento de Presidenta Honoraria del Club Político Rius Rivera (1895). Durante la guerra de la independencia de Cuba fue secretaria del Club Caridad (1895-1898), dedicado a socorrer a los combatientes cubanos que luchaban en contra del régimen español y organizar un Capítulo de la Cruz Roja.  
Tras la independencia de Cuba, en 1899, regresó a La Habana, siendo nombrada Inspectora de Escuelas Públicas.
 
Quedó viuda en 1905. En 1910 fue nombrada miembro de la Academia de Artes y Letras de Cuba. En 1911 se hizo socio Bienhechor de la Sociedad de Beneficencia de Naturales de Galicia en La Habana. En 1915 visitó Puerto Rico, siendo acogida con gran Júbilo, como un acontecimiento nacional.  Murió el 10 de noviembre de 1924, en La Habana y sus restos descansan en el Cementerio Cristóbal Colón de esa ciudad. Sus poesías, que inicialmente se publicaron sueltas en la prensa, fueron recogidas posteriormente en varios libros. Su obra consta de los siguientes poemarios: Mis Cantares (1876), Mi Ofrenda (1880), Trabajos literarios (1882), Claros, Nieblas y Congojas (1885), Nochebuena (1887), Mi libro de Cuba (1895), Claro de Sol (inacabado) y Poesías Escogidas (inacabado). A continuación, el tan conocido y referido poema
 
“A Cuba”:
¡Cuba, Cuba, a tu ribera
llego triste y desolada,
al dejar la patria amada
donde vi la luz primera!
¡Sacude el ala ligera
la radiante inspiración,
responde mi corazón
en nobles afectos ricos,
la hija de Puerto Rico
lanza al viento su canción!
¡Mas las nieblas del olvido
no han de empañar los reflejos
del hogar que miro lejos
tras de los mares perdido!
¡Otro aquí vengo a formar
y ya no podré olvidar
que el alma llena de anhelo,
encuentra bajo este cielo
aire y luz para cantar!
¿Cómo no darme calor
la hermosa tierra de Tula,
donde al horizonte azula
y da a los campos color?
¿Cómo no encontrar amor,
para colmar el poeta
las ansias de su alma inquieta,
aquí, donde esplende el arte
y en abundancia reparte
las tintas de su paleta?
¡Nieble pléyade cubana
que entre sombras centellea!
¡Dulce musa de Zenea,
flor que se agotó temprana!
Tras de la estela lejana
mi inspiración adivina,
la figura de Cortina
que con acento vibrante
dice a tu patria: ¡Adelante!
¡No te detengas! ¡Camina!
Yo no me siento extranjera:
bajo este cielo cubano
cada ser es un hermano
que en mi corazón impera.
Si el cariño por do quiera
voy encontrando a mi paso,
¿Puedo imaginar acaso
que el sol no me dé en ofrenda,
un rayo de luz que encienda
los celajes de mi ocaso?
¡Vuestros dioses tutelares
han de ser también los míos!
Vuestras palmas, vuestros ríos
repetirán mis cantares…
Culto rindo a estos hogares
donde ni estorba ni aterra
el duro brazo que cierra
del hombre los horizontes…
¡Yo cantaré en estos montes
como cantaba en mi tierra!
Cuba y Puerto Rico son
de un pájaro las dos alas,
reciben flores o balas
sobre el mismo corazón…
¡Que mucho si en la ilusión
que mil tintes arrebola,
sueña la musa de Lola
con ferviente fantasía,
de esta tierra y de la mía
hacer una patria sola!
¡Le basta al ave una rama
para formar blando lecho;
bajo su rústico techo
es dichosa porque ama!
¡Todo el que en amor se inflama
calma en breve su hondo anhelo;
y yo plegando mi vuelo,
como el ave en la enramada,
canto feliz, Cuba amada,
tu mar, tu campo y tu cielo!
     
No es posible pensar en Cuba y Puerto Rico sin que acuda a nuestro pensamiento el concepto que las define como las dos alas de un mismo pájaro. Atribuidos erróneamente a José Martí, los versos tienen su historia. La protagonista fue una mujer genial, puertorriqueña y cubana al mismo tiempo, a juzgar por los altos vuelos de su naturaleza desde la que amó con igual lealtad a sus dos patrias. Circunstancias muy singulares hicieron improvisar a la poetisa, la ardiente redondilla:
 
El político puertorriqueño independentista Rubén Berríos Martínez comenta en El Nuevo día del 30 de diciembre de 2014:
Es que para puertorriqueños y cubanos no hay imagen más sencilla y representativa de nuestra común identidad, fruto de similares geografías, raza, idioma, costumbres y luchas centenarias. Es que los versos que doña Lola descolgó del infinito forman parte del imaginario colectivo de cubanos y puertorriqueños. Sabemos lo que somos sin necesidad de explicaciones. Por eso, sobre nuestras dos islas dijo Martí que hay que ‘…desechar, por innecesarias, como la prueba de que la sangre arde en nuestras venas y el sol calienta el mundo, las declaraciones de hermandad entre dos tierras que son una sola desdicha, y un solo corazón…’.”
 
Hace unos días, cuando estaba recopilando información para esta charla, encontré en un blog llamado 80 grados un trabajo titulado “La manoseada y útil metáfora del pájaro y las dos alas”[1]. Así puedo referir que la esencia del citado texto es la negación de la socorrida metáfora de que Cuba y Puerto Rico son las dos alas de un mismo pájaro, pues a pesar de ciertas vicisitudes históricas en común, su autor trata de probar que hay más razones geográficas y culturales para tal consideración entre República Dominicana y Puerto Rico, que para Cuba y Puerto Rico. Y no deja de tener razón en un tema tan polémico. Yo pienso que estas tres Antillas Mayores tienen el suficiente hermanamiento histórico, étnico y sociocultural como para agregarle otra ala más al referido pájaro.
 
Otra gran figura de la literatura puertorriqueña cuya vida estuvo ligada a Cuba lo fue Julia Constancia Burgos García, conocida como Julia de Burgos. Nació el 17 de febrero de 1914 en Carolina, Puerto Rico, en el seno de una familia humilde formada por trece hermanos. Ella es considerada por muchos críticos como la más excelsa poetisa nacida en esa isla. Fue también partidaria de la independencia de su patria. Se crio en Santa Cruz, pueblito humilde de la localidad de Carolina. Esto no la privaría de desarrollar su amor por la naturaleza y por su país. Siendo la mayor de todos, fue la primera de trece hermanos que cursara estudios universitarios.
 
      Obtuvo su título de magisterio en la Universidad de Puerto Rico a los 19 años de edad, pero su amor por la literatura la llevó a escribir poesía. Posibles influencias en su obra serían Luis Llorens Torres, Luis Palés Matos, Clara Lair, Rafael Alberti y Pablo Neruda. También fue maestra en la escuela Feijoo del Barrio Cedro Arriba en Naranjito.        En 1936 se unió a "Hijas de la libertad", rama femenina del Partido Nacionalista de Puerto Rico. Este grupo político, liderado por Pedro Albizu Campos, promovía el ideal de independencia.
 
      Burgos publicó tres colecciones de poemas. Para sus dos primeros libros viajó por la isla, dándose a conocer y organizando sus propios recitales. Su tercer libro fue publicado póstumamente en 1954.     Se casó con Rubén Rodríguez Beauchamp, y nuevamente -en 1944, en Nueva York- con Armando Marín, pero su gran amor fue el historiador, médico y político dominicano Juan Isidro Jimenes Grullón, nieto del extinto presidente dominicano Juan Isidro Jimenes. Este amor le inspiraría muchos de sus poemas. Su ánimo fue bajando y cayó en el problema de alcoholismo. El 6 de julio de 1953 se desplomó sobre una acera neoyorquina y murió de pulmonía en un hospital del barrio de Harlem, Nueva York a la edad de 39 años. Debido a que nadie reclamó su cuerpo y a que no llevaba ninguna identificación, la ciudad la enterró bajo el nombre de "Jane Doe". Algunos de sus amigos, capaces de rastrearla y encontrar su tumba, reclamaron su cuerpo. Sus restos fueron enviados a Puerto Rico. Fue solemnemente enterrada en Carolina y se elevó un monumento en el lugar del sepelio. En 1943 volvió a Cuba, donde residió por dos años en Cuba, que quedan registrados en la correspondencia de la poeta con su hermana. En La Habana estudió griego, latín y Francés.
 
Mensaje
            A José Martí
 
Yo vengo de la tierna mitad de tu destino;
del sendero amputado al rumbo de tu estrella;
el último destello del resplandor andino,
que se extravió en la sombra, perdido de tu huella.
 
Yo vengo de una isla que tembló por tu trino,
que izó tu alma más fuerte, tu llamada más bella;
a la que diste sangre, como diste camino
(que al caer por tu Cuba, ya caíste por ella).
 
Y por ella, la América debe un soplo a tu lumbre;
su tiniebla hace un nudo de dolor en tu cumbre,
recio Dios antillano, pulso eterno, Martí.
 
Porque tengamos cerca de la muerte, un consuelo,
Puerto Rico, mi patria, te reclama en su suelo,
y por mi voz herida, se conduce hasta ti!
 
      A continuación paso a leerles un soneto que dediqué en 2014 a Julia de Burgos desde mi lugar de residencia, Chicago:
 
Es la noche una cinta de estrellas
 
Es la noche una cinta de estrellas*;
de un Chicago Caribe romántico
y yo le lanzo el corazón al lago
para que me lo regrese en un cántico.
 
Ya no es mío mi amor ;  me voy al río.
¡Qué Grande es el Loíza! Viene Julia
en los brazos de un fauno. Lomeríos
son estos rascacielos en penuria.
 
Julia de Burgos, soy la tumba anónima
donde tuviste tu primer orgasmo.
Nueva York, Borinquen y La Habana
 
te vieron íntima a tus heterónimas.
No te quedes perdida en el marasmo.
¡Asómate, Chicago es tu ventana!
 
*Verso del poema “Medianoche”.
 
      Tuve la grata oportunidad de visitar Puerto Rico en junio de 2017 y constatar ese conjunto de comunes elementos compartidos que hermanan fuertemente a nuestros países. Al calor de esa inolvidable visita surgieron estas décimas tituladas “Glosas a Puerto Rico”:
                 Glosas a Puerto Rico
Cuba y Puerto Rico son  de un pájaro las dos alas,  reciben flores o balas    sobre el mismo corazón… A Cuba, Lola Rodríguez de Tió
 
Cuba y Puerto Rico son
dos corales sobre el alma
del mismo mar, una palma
para izar el corazón
en dos banderas, un son,
una plena, un coquí,
un gesto de manatí,
unas calles de adoquines
para remontar confines
de la Isla en que nací.
 
De un pájaro, la dos alas,
tocororo, reina mora,
canto alegre, roja aurora
de colores en escalas,
azul y blanco en las galas
encienden el mismo cielo
y se derraman al suelo
guajiras, jíbaras, puras.
¡Ya tengo dos sepulturas
para descansar del vuelo!
 
Reciben flores y balas,
estrellas y yugos llevan,
en la historia se sublevan
ante el destino. Las malas
ráfagas enfrentan. Palas
empuñan y picos blanden.
Dos patrias holladas arden
por Lares y por Bayamo,
¡dos bravas Islas que amo
para que no se acobarden!
 
Sobre el mismo corazón,
el de Cuba, el de El Encanto
derramo la miel de un canto
que es un bolero dulzón,
enamorada canción
de Rafael, de Isolina,
gardenia olorosa fina.
¡No digo más, se atraganta
este nudo en la garganta
que me enchula y que me enchina!
 
Pájaro, flores y balas
sobre el mismo corazón,
remolino de ciclón,
auras que vuelan en salas
altísimas con las alas
extendidas al Caribe,
gozo de hijo me vive
cual rama verde en el pico,
¡de Cuba y de Puerto Rico
nunca dejen que me prive!
¡Muchas gracias!